lunes, 28 de julio de 2008

Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milwaukee

Jeffrey Lionel Dahmer nació el 21 de mayo de 1960 en Milwaukee, Wisconsin, y murió el 28 de noviembre de 1994 en la prisión de Portage Wisconsin, a manos de otro interno. La familia de Dahmer, aparentemente normal, estaba encabezada por un par de amorosos padres. Sin embargo, había rasgos disonantes en la relación matrimonial, y la llegada de Jeffrey, aunque alegró la vida de la pareja no contribuyó a mejorar la situación, pues desde sus tempranos ocho años, el niño ya era un sujeto retraído, antisocial y extremadamente tímido.

Según confesiones de sus padres, de ser un pequeño alegre y vigoroso, luego de una mudanza y una cirugía por una doble hernia comenzó a apagarse paulatinamente sin que ellos pudieran evitarlo. También se sabe que la madre tuvo problemas durante el parto “como si el cuerpo de la mujer rechazara el maligno producto que venía al mundo”, pero es difícil analizar tales señalamientos, principalmente porque ella falleció de cáncer pocos años después del juicio de Dahmer.

De ella se dice que era hipocondríaca, más que otra cosa, y que el padre, químico de profesión, obtuvo doctorado en la materia, y ante el desolador panorama familiar se refugió en el trabajo. Del niño no hay información de que haya sido cruel con los animales, como es usual en otros criminales seriales. Al parecer no se ajusta al famoso perfil de la triada fatídica; piromanía, incontinencia nocturna y crueldad con los animales.

La carrera criminal de Dahmer comenzó justo en la adolescencia. Sobra decir que sus años de escuela no fueron felices ni plenos, y sus calificaciones eran más bien regulares. Es aquí donde comienza su acentuado alcoholismo. Ciertamente no era popular ni mucho menos: era de esos que no pronuncian palabra y que casi nadie conoce. Antisocial y retraído, pocas personas intimaron con él, por lo que sus pensamientos y bizarras fantasías de muerte y canibalismo permanecían desconocidos por la sociedad.

Ficha criminal de Dahmer
En su libro testimonial A Father's Story, Lionel Dahmer dijo que poco a poco sintió la pérdida inevitable de su hijo. Ninguna iniciativa daba resultado satisfactorio: lo enroló en el ejército y al poco tiempo fue dado de baja por alcoholismo; tuvo una breve estancia en la universidad y por la misma causa dejo los estudios... No había nada que hacer.

Tuvo fantasías de sexo con cadáveres a partir de los 14 años, pero no hizo nada al respecto hasta cumplir la mayoría de edad, justo al salir de la educación media superior. Eso fue en junio de 1978, cuando invitó a su casa a Steven Hicks, con quien bebió cerveza y tuvo sexo. Cuando el muchacho quiso irse, Dahmer lo golpeó en la cabeza y lo mató. Cortó el cadáver, envolvió las partes en bolsas para basura y enterró todo aquello en un campo cercano al domicilio. Después de este primer episodio sangriento ingresó un semestre a la universidad y, una vez fuera, se desempeñó como asistente médico del ejército.

En 1989 Dahmer estaba ya catalogado como “children molester”, es decir, exhibicionista y abusador de menores. Alcohólico, mentiroso y ladrón eran otras formas de referirse a él. Cumplió un año de sentencia por lo mismo.

A partir de entonces, y hasta 1991, cuando fue descubierto, todo fue una montaña rusa de al menos 16 terribles asesinatos, en su mayoría de hombres homosexuales y afroamericanos, de entre 14 y 30 años. Muchas de las víctimas tenían historial como delincuentes menores.
El modus operandi era el siguiente: en tiendas o bares gay ofrecía dinero a sus víctimas proponiéndoles ver videos y tomar cerveza en su departamento. También les ofrecía pago por dejarse fotografiar. Una vez ahí, los drogaba con las bebidas hasta dejarlos indefensos. Se dice que perforaba el cráneo de la víctima y vaciaba ahí algo de ácido buscando crear un zombi. Otras veces drogaba a la víctima y luego procedía a estrangularla para posteriormente tener sexo con el cadáver, el cual mantendría en su habitación algunos días más, antes de desmembrarlo con una sierra. Posteriormente la cabeza era hervida hasta descarnarla, y entonces pintaba con aerosol color gris el cráneo con objeto de que pareciera de plástico, por si la policía llegaba a ver su colección.

Tomaba como souvenires para futura gratificación los genitales y algunos otros miembros, los cuales depositaba en frascos con formol. Fotografiaba además los cadáveres en poses “eróticas” y en diversos grados de mutilación. La policía encontró numerosas fotos Polaroid de estas actividades. Los demás restos eran colocados en ácidos antes de tirarlos por la coladera.
La carne disuelta en químicos y ácido formaba una negra sustancia fétida y asquerosa. Está por demás decir que su departamento en Milwaukee emanaba olores fétidos y que los vecinos se quejaban constantemente del sujeto, que por las noches activaba una sierra eléctrica. En los periodos en que estaba más descontrolado y dominado por sus instintos llegó a asesinar a una persona por semana. A ese grado llegaban sus fantasías de sexo y muerte.




El 22 de julio de 1991 finalmente Dahmer fue capturado. Esa noche un hombre llamado Tracy Edwards apareció en la calle aún esposado y llamó la atención de una patrulla que pasaba por ahí. Como pudo, llevó a los policías al departamento de Dahmer, del cual había logrado escapar momentos antes, para que vieran el cuchillo con que lo había amenazado. Inicialmente los oficiales no repararon gran cosa en el mal olor, pero prefirieron indagar a fondo el asunto. Uno de los oficiales entró al cuarto y descubrió las imágenes de cuerpos mutilados esparcidas en el suelo. Decidió entrar a la cocina y abrir el refrigerador, para gritar horrorizado al ver una cabeza que “miraba” hacia él. El sicópata intentó escapar, pero finalmente fue arrestado. En el departamento fueron hallados restos de 15 personas.

El juicio se efectuó bajo estrictas medidas de seguridad previendo que alguien intentara asesinar a Dahmer. El abogado defensor argumentó enfermedad mental, aunque sin éxito, y su cliente fue condenado el 17 de febrero de 1992 a 15 cadenas perpetuas, sumando 936 años en prisión puesto que en Wisconsin no existe la pena capital. Sólo duró dos tras las rejas, pues fue asesinado por el afroamericano Christopher Scarver, mientras hacía labores de limpieza en el penal correccional de Portage Wisconsin. A partir de entonces, en las cárceles de alta seguridad quedaron prohibidas las pesas en los gimnasios, pues con una de ellas le destrozaron el cráneo a Dahmer.

La madre de Dahmer murió poco después del juicio y el padre se ha retirado de su trabajo y vive con su segunda esposa en Medina, Ohio, llevando una pacífica vida y participando en la vida social del lugar. Lionel escribió un tristísimo libro llamado A Father's Story, con cuyas ganancias pagó el juicio que entabló en su contra un sujeto por considerarlo “padre irresponsable”: el resto lo donó a las familias de las víctimas de su hijo.


Para saber más:
Confesiones de una mente peligrosa. Entrevista a Dahmer realizada por Robert K. Ressler, pionero de la psicología forense y máxima autoridad en el tema.
Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milwaukee
Video documental

1 comentario:

pensamientovisible dijo...

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