domingo, 27 de julio de 2008

Iseei Sagawa, el caníbal exquisito

“I was determined to eat someone before I was too old,
before my passion died out”
Issei Sagawa

La noticia del Caníbal de la Guerrero y sus malogrados afanes poéticos despertaron en mí la curiosidad por ahondar en torno a sus lecturas, a su vinculación con la literatura y las bellas artes. Recordé entonces a Armin Meiwes, el caníbal de Rotemburgo, aunque él filmó la entrega total, más con la intención de recrearse a posteriori con su crimen que con finalidades artísticas*. Sin embargo, no fue sino hasta encontrarme con el caso de Issei Sagawa que pensé seriamente en qué vínculo habría entre las fallidas vocaciones artísticas de los asesinos caníbales y su instinto criminal.


Los inicios
Iseei, hijo de un magnate japonés**, nació prematuramente el 26 de abril de 1946. Creció siendo poco atractivo, bajo, esmirriado y rengo, con la voz aguda de una fémina, y con la creciente y malsana obsesión de disfrutar del cuerpo de una chica rubia, alta y occidental.

Inteligente y culto, el joven Sagawa estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Wako cuando conoció a una alemana profesora de idiomas. Años después en una entrevista dijo: “…Cuando me encontré a esa mujer en la calle, me pregunté si podría comerla…”, pero en su caso la frase poco tenía de metáfora.

Siendo niño había fructificado en él la fantasía del canibalismo. Lo enloquecía un inocente juego con su tío Mitsuo, usual en las festividades de año nuevo, en el que éste, disfrazado de monstruo, lo perseguía y simulaba comérselos a él y a su hermano mientras su padre, el caballero Akira, los salvaba ataviado con una armadura.

Años más tarde, Issei recordaría esa mezcla de terror y emoción que sentía cuando los metían a la cacerola en la que supuestamente los cocinaba Mitsuo. El juego dejó huella en su perturbada mente. En cuanto comenzó a leer buscó ávidamente todo relato fantástico cuyos personajes fuesen brujas, ogros y dragones que comían gente.

Pronto hizo de Hansel y Gretel su favorito y experimentó tempranos impulsos sexuales cuando recreaba la historia de la bruja que encerró a Hansel para engordarlo y comerlo después, imaginándose en su lugar, o bien capturando a otros niños.


La fantasía cobra vida
En su infancia solitaria, Issei disfrutaba de la escuela tan solo por el placer de aprender; en la adolescencia encontró refugio en clásicos literarios como La guerra y la paz y en personajes, particularmente femeninos, similares a “ángeles”, según él mismo. Las mujeres de la vida galante que descubrió en las obras de Renoir y las que le ofreció el cine hollywoodense —como Grace Kelly enfundada en un minúsculo vestidito— le provocaron sus primeras eyaculaciones al imaginarse acariciándolas y cenándose sus cuerpos. El menage canibalismo/sexo ya estaba “cocinado”, y para Sagawa no habría retorno.

Issei, convertido en un joven ermitaño e introvertido, vistió de violencia su fantasía. Soñaba con introducirse en la casa de alguna de esas actrices y encontrarla desnuda en la ducha para ahorcarla con su cinturón y comérsela.

A los quince años, consciente de que estaba cruzando alguna barrera consultó un psiquiatra por teléfono, pero cuando éste le pidió verlo personalmente abandonó la consulta; buscó a su hermano, que no dio mayor importancia a sus fantasías, y pronto renunció a tratar de luchar solo contra la oscuridad de sus cada vez más vívidas pulsiones.


El primer intento
Un día se armó de valor y cruzó la ventana del apartamento de la alemana que le quitaba el sueño. Dormida y con poca ropa era aún más atractiva. La excitación creció: buscó un arma para matarla y luego probarla. Sólo había a mano un paraguas, pero antes de que consiguiera atacarla, la maestra gritó e Issei corrió despavorido, aunque con la certeza de que, después de todo, hacerse de una presa tan atractiva no era tan difícil.

Experto en literatura, en 1977 se despidió de la Universidad de Wako en Tokio y partió a la Sorbona. Tenía 28 años, era virgen, culto e inteligente y estaba urgido de realizar su fantasía. En 1979, la noticia del suicidio de la actriz Jean Seberg en París lo trastornó; el pensar que ese cadáver estaba tan cerca de su casa aceleró sus fantasías y soñó con tenderla de espaldas y comerla a mordidas. Pensó entonces que tal vez si tuviera una mujer para cumplir sus fantasías podría acabar con ellas.


La víctima
Issei encontró a la mujer de sus sueños en 1981, en París. Con 25 años, alta, rubia y guapa; políglota y amante de la literatura, Reneé Hartevelt se convirtió en su obsesión. El joven sicópata estaba convencido de que la mejor forma de demostrar su amor por una mujer era comérsela: de esta manera la llevaría siempre consigo.

Embelesado, la contrató como profesora de alemán y comenzaron a hacerse amigos. Compartían el amor por la pintura, la música y la literatura; iban a conciertos y exposiciones o se reunían a tomar el té. Tras una cena en el departamento de Issei en la que Reneé le leyó un poema de un escritor alemán expresionista, Sagawa se arrodilló para oler y lamer el lugar en que su amada se había sentado. La fantasía de comérsela estaba omnipresente y crecía sin control. Los planes cobraban forma.


El asesinato
Organizó entonces una nueva cena para Reneé, con el acuerdo de grabarla leyéndole su poema preferido y de sentarse en el suelo al más puro estilo japonés. Era el 11 de julio. El té combinado con whisky surtía efecto, la conversación fluía e Issei le declaró su amor. Mala idea: Reneé apreciaba su amistad, pero no quería nada más.

Sagawa se levantó por el libro y buscó el poema elegido. Prendió la grabadora, Renné se acomodó por última vez en una silla y comenzó a leer, quizá por eso no se dio cuenta que él le apuntaba con un arma. De pronto su voz se apagó; la sangre brotaba por su cuello mientras Issei le hablaba como si nada hubiera ocurrido.

Quizo limpiarla, misión imposible. Entonces la desvistió y le hizo el amor. Tomó el cuchillo y le rebanó el seno izquierdo, luego un pedazo de nariz. Los devoró. Ahora toda ella era suya. Probó con deleite trozos de cada lugar de su cuerpo.

“Yo corté su cadera”, escribió mas tarde en su novela En la Niebla. Los glúteos, las carnes magras y la grasa, y recreó cada detalle, cada olor, cada sabor, cada sensación en su texto.

Con un cuchillo eléctrico continuó cortando hasta hallar la carne más profunda y puso dos filetes en su boca: “…su sabor es el de un rico pescado crudo similar al sushi, no he comido nada más delicioso”, consignó. Con una cámara fotográfica captó el cuerpo mutilado, cercenado. La poseyó así, a trozos, y grabó: “… cuando yo la abrazo, ella suspira y le digo que la amo…”.

Guardó en la nevera el resto del cadáver, lo cocinó y probó la carne sazonada con mostaza, mientras escuchaba nuevamente la voz de Renné leyéndole el poema. Exhausto, tomó lo que quedaba de ella, la llevó a su cama y durmió con ella al lado.

Al día siguiente prosiguió con el banquete hasta caer en la cuenta de que era indispensable deshacerse de la evidencia. Tomó un hacha y acabó de desmembrar el cuerpo; se detuvo sólo para masturbarse con la mano inerte de Reneé. Metió todo en una valija… bueno casi todo… guardó para sí un pedazo de nariz, los labios y la lengua. Escribió: "Yo quiero su lengua, no puedo abrir su mandíbula, pero puedo alcanzarla entre sus dientes. Finalmente sale, la hago estallar en mi boca y me miro masticándola en el espejo. Luego voy por los ojos".

Maleta en mano tomó un taxi y se fue al Bois de Boulogne, donde intentó arrojar la maleta al lago; no era fácil, pesaba demasiado y la gente comenzaba a observarlo. Huyó, pero era tarde. En el parque, una pareja vio asomar de la maleta la mano ensangrentada de la infortunada mujer. Llamaron a la policía.

La captura
Sagawa volvió a casa y siguió alimentándose de Reneé y de su fantasía por dos días más, hasta que llegó la policía con orden de captura en mano. No intentó huir: el refrigerador conservaba aún frescos pedazos de su amada.

El caníbal confesó todo y se declaró enfermo mental, tal y como habían diagnosticado los psiquiatras*** consultados. Fue condenado a un período indefinido de prisión en el asilo Paul Guiraud, donde los galenos dijeron que nunca sanaría.

Mientras el mundo digería espeluznado la noticia y los Rolling Stones grababan “Too much Blood” en su honor, su padre hizo gestiones para que Issei fuera transferido al hospital Matsuzawa en Japón. Allí sólo estuvo 15 meses y recobró la libertad en agosto de 1985, una vez más gracias al caballero Akira. Libre, el sicópata encaminó sus pasos a Alemania. Allí donde las mujeres son rubias, altas y de piel blanca.


La libertad y la fama

Hoy Sagawa vive en Tokio y es una celebridad. Se le ve a menudo como conferencista invitado o en la televisión; escribe reseñas de restaurantes y actúa en películas eróticas como The Bedroom, que trata de un sadovoyeurista.

Ha escrito varias novelas sobre el atroz asesinato que cometió, pinta y hace esculturas. Admite que aún tiene fantasías caníbales, pero que no lo volvería a hacer, aunque eso sí, espera morir y ser comido por una rubia, y afirma que es lo único que realmente podría salvarlo.

* Aunque cabe destacar que hay quien dice que se cuenta entre las snuff-movies más cotizadas del mundo.
**Akira Sagawa, presidente
de Kurita Water Industries
*** En Tokio visitó a un psiquiatra a quien confesó sus oscuros deseos, el profesional lo calificó de persona muy peligrosa.

Trabajos literarios de Issei Sagawa:
§ Excuse me for Living. A Reason for Writing a Book (también como documental). 1990.
§ Saint. Cannibalism Illusion 1991.
§ Mirage. 1993.
§ The Desire to Be Eaten. A portrait of A Crime of Consience (llevada al cine). 1994.
§ The Happiness of Paris, The Love of Paris. Mr. Sagawa's Guide to Paris. 1997.
§ The people I want to Kill. The Message from a Man with Multiple Personalities. 1998.
§ The Paris Human Flesh Incident - Issei: The Pine-tree Outlaw
§ Comicbook de I. Sagawa: In the Fog - The Truth of In the Fog. 2002.


Para saber más:
Imágenes de la escena del crimen
Las primeras entrevistas, las armas y fotos
Un buen artículo desde la visión criminalística
Entrevista con Issei en su casa de Tokio
Entrevista con Issei

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